El Eneatipo Nueve tiene mucha facilidad para adaptarse al ambiente y son capaces de observar distintos puntos de vista de la realidad. Su fortaleza reside en su capacidad de adaptación que lo lleva a observar a través de un cristal equidistante los problemas de la realidad. Por ello, el eneatipo Nueve tiene una gran capa-cidad de mimetización según las circunstancias, con un profundo equilibrio entre lo que intercambian con su exterior y su interior. Son personas que sienten apetencia por los instintos y el que mejor los define es el instinto neutro, la alimentación, pues esta es la forma más equilibrada que tenemos los seres vivos de relacionarnos con la realidad. No existe una voluntad de dominar ni de no ser dominado, sino de conciliar una estabilidad con el medio. Esta cualidad refleja el verdadero poder de este eneatipo, el de saber adaptarse a las circunstancias para no desequilibrarse. Este hecho les confiere gran capacidad de resistencia y la capacidad de aportar estabilidad a los demás. Son, a menudo, personas muy constantes que no son dadas a desequilibrios mentales ni emocionales. Tienden a centrarse en la realidad, en lo que pueden y no pueden hacer, evitando la ansiedad mediante un hacer rutinario. Aprovechan las actividades cotidianas para evitar sentir y pensar en sus problemas. A menudo, los Nueve se han sentido menos importantes durante la infancia. También, pueden haber sentido que no tenían que generar problemas, así que han intentado ser independientes. Suelen evitar el conflicto, permanecer constantes y equilibrados. Su actuación visceral nace de ese contacto con el cuerpo, lo que le permite desatender los verdaderos problemas que lo perturban.