Fuerza de Transformación
La fuerza transformadora, reformadora o de metamorfosis también puede entenderse como la fuerza del cambio. Esta tríada está compuesta por los eneatipos Cuatro-Siete-Uno que representan la Fuerza de Repulsión de sus respectivos centros. Estos eneatipos manifiestan una voluntad más fuerte de transformar la realidad, mucho más intensa en comparación con los eneatipos de las otras dos tríadas. Además, se nutren en función de la relación que establecen con lo negativo, concretamente, con la emoción negativa. Este contacto con el dolor conlleva una idealización de la realidad que genera en ellos una frustración ante la misma. Los eneatipos Cuatro-Siete-Uno se sienten profundamente decepcionados y esta frustración los lleva a buscar formas de oponerse a la realidad, una fuerza que se convierte en el motor ideal para ser, pensar y actuar de manera diferente. Por eso, suelen participar menos de la realidad física y más de una realidad idealizada, una idealización que es típica del rechazo de la realidad y que los lleva a una creatividad y originalidad muy propias. Son capaces de moverse en un mundo que solo descubren ellos. La fuerza de estos eneatipos es hacia dentro, generando, de alguna manera, caos en las emociones, en los instintos y en las ideas. Su fuerza reside en la capacidad de originar cambios, pues son eneatipos que están en continuo contacto con la diferenciación.
El sentido de la tríada lo marca el eneatipo atractivo, por lo que la estructura de la misma está relacionada con la emoción negativa, cuyo máximo exponente es la ruptura con el amor, el desamor. El eneatipo Cuatro es la personificación de este dolor por el que siente atracción, adhiriéndose a él para encontrar su propio valor. El eneatipo Cuatro se identifica con el daño, decepcionado y frustrado por la realidad, la cual los hiere profundamente. El sufrimiento los lleva a desarrollar un mecanismo de idealización de los sentimientos, buscando encontrar aquello que tuvieron y perdieron, sin darse cuenta de que esta sensación es una voluntad de transformación de la realidad. El eneatipo Uno manifiesta la visceralidad del dolor a través del instinto, que explica su disciplina, su autoexigencia y su tendencia a la Ira. El eneatipo Uno vive en una fantasía instintiva, un mundo que debería ser perfecto y muestra su dolor a través de los instintos, ya que entienden la vida en forma de valores supremos con los que alcanzar la perfección. Este anhelo los lleva inevitablemente a la frustración porque ese mundo idealizado los lleva incansablemente a sentirse imperfectos, lo cual es profundamente doloroso para ellos. Finalmente, el último eneatipo de la tríada transformadora, el eneatipo repulsivo Siete, que rechaza la emoción negativa, la cual refleja el dolor de la realidad. Del anhelo de no experimentar sufrimiento surge un comportamiento destinado a escapar del dolor generando siempre un mundo de ideas que se opongan a él. También se siente profundamente decepcionado con una realidad que no es igual a la que tiene en su cabeza. Por ello, continuamente intenta llevar a la realidad todo ese mundo idealizado. La frustración se manifiesta abandonando todo aquello que no lo satisface como una forma de evitar el dolor que supone la tristeza. Su rechazo a la misma lo lleva a ese anhelo de transformación constante y esa necesidad de experimentar en la realidad lo que surge en su mente.
Si nos fijamos en las tres pasiones de estos eneatipos veremos su enfrentamiento con la realidad a través de la Envidia del Cuatro, la Ira del Uno y la Gula del Siete. Debajo subyace el dolor de contactar con una realidad que no es la idealizada, mostrando un deseo de transformación que muestra el Cuatro mediante su diferenciación, el Uno mediante su espíritu reformista y el Siete mediante su imaginación.
Descubre quién eres, pero no te aferres a ninguna definición. Muta las veces que sea necesario para vivir en la totalidad de tu ser.